viernes, 23 de septiembre de 2011

ALMIBAR Y POMPAS DE JABON


Dos horas antes, que la madre de María Fernanda, tomara su mano y decidiera con ella en una alegre conversación, sobre que hacer bajo la oscuridad, pues la ciudad, había quedado en penumbras. Un apagón solapado en la central eléctrica, de un portazo silenció el pequeño parque de diversiones y juegos mecánicos para niños dentro de la galería. La penumbra imprevista, sólo arrancó un grito sórdido y uniforme de la gente.

Durante la primera hora Mafe, como la llama cariñosamente la madre, había pasado de un juego mecánico a otro, abandonando finalmente el carrito chocón, no sin antes haberse hecho indemnizar de otros dos carros atravesados por su ruta.

-Mamá, no quiero ir a casa todavía- quiero ir a los concursos-.
-Vale nena, vamos- respondió la mamá, y se dirigieron entre retozo y retozo a la plazoleta del recreo.

En efecto, justo. Apenas uno de los titiriteros comenzaba a anunciar el concurso: -¡un pastel de chocolate con cubierta en almíbar de durazno y crema de chantilly!, para el niño que sople, sople y sople tan fuerte que su pompa de jabón toque la lámpara del techo! ¡Vamos pequeños valientes, todos a ganar!

Mientras el titiritero hacia este emocionante anuncio, los niños se frotaban las manos, las niñas sonreían y señalaban la gigante lámpara del techo, estaban emocionados. Los animadores, recibían de las manos de los padres a sus hijos y los agrupaban en pequeños círculos, en el centro de la plazoleta. Los padres aplaudían y trasmitían el entusiasmo a los niños.

El titiritero anunciaba la entrega de los sopladores, los animadores entregaban a cada niño el suyo y les explicaban cómo funcionaba.

Mafe, asistía por primera a este extraño concurso, recibió el soplador, lo examinó, introdujo sus dedos en el arco, se ensimismó en el pequeño tanque de agua jabonosa y en todo caso, la sorprendió la voz aguda del titiretero:

– ¡Atención amiguitos, cuando ustedes y yo terminemos de cantar el ratón japonés, ustedes soplan fuerte y rápido para que sus mágicas burbujas se eleven a buscar la lámparaaa!-

Así lo hicieron los niños, sin que faltara uno y otro distraído. Soplaban rápido, fuerte y con el soplador hacia arriba en busca del camino a lo alto.

Mafe sopló la primera vez y se olvidó de su almíbar preferido, para mirar de cerca las bolitas translucidas y coloreadas como el arco iris y que raro, gritó la niña a la mamá:
–¡mami hay un arco iris que se mueve mucho!- y…

Continuó contemplando la misma burbuja, que luego chocó con otra extraviada y se reventó. Entonces la animadora, le indicó seguir soplando y cuando la niña optó por una pompa muy grande que se paró sobre una de sus manos, corrió en busca de la mamá, quería mostrarle el arco iris y mientras se desplazaba, no retiraba la vista de la burbuja ¡se veía ella misma en la bolita!, movía la mano y observaba que además de un arco iris movedizo, ¡la bolita servía de espejo!, veía su carita ancha y los cachetes más pronunciados. De repente ¡saz! tropezó y perdió la burbuja.

La madre le indicaba que volviera al grupo, cuando vino el apagón. Por fortuna Mafe y madre se tenían juntas aferradas a sus manos, los otros niños lloriqueaban y llamaban a gritos a sus padres y estos nombraban a los pequeños, se atropellaban unos a otros.

Madre e hija caminaron en medio de la oscuridad hacia la plaza de comidas y allí se sentaron en el primer lugar posible.

-Mami, ¿porqué no hay luz?- preguntó la niña.
-quizás hubo un daño, nena
-¿quién hace la luz, mami?-
-Unos señores, hacen que el agua caiga fuertemente y de ahí nace la luz, Mafe-.
-¿Vamos a casa mami?-
-¿Ahora no podemos, debemos esperar a que venga la luz-
-¿Mmm, y de donde viene la luz mami?-

Preguntaba Mafe, cuando recordó que tenía en su mano el soplador de pompas y se dispuso a soplar.

Reproducía y reproducía pompas y pompas de todos los tamaños que se elevaban a la altura de la mamá y estas, en medio de la oscuridad, se hacían visibles, reflejaban ligeramente su rostro y el de mamá, entre los toques de arco iris que producían las fracciones de luz y sombras en movimiento.

-Mami, ¿por que estas burbujitas se van y no vuelven?-
-Nena, porque las burbujitas de jabón son de ellas mismas, no nos pertenecen, las vemos pero no son nuestras. Ellas son sus propias dueñas-.

-Ahhh, yo puedo tener una torta con almíbar de durazno, cuando lleguemos a casa?-
-No hoy nena, es tarde. Mañana la tendrás-.


-¿Yo puedo hacer mañana pompas de jabón sobre mi almíbar, mami?-
-Sí nena. ¡Te hare una rica torta con mucho almíbar de durazno!


Mamá hace un ligero cosquilleo en la axila de Mafe, quien revienta a reír.

-¿Puedo soplar y hacer pompas de jabón para mi almíbar?-

-Mafe, tu almíbar es una ¡realidad fantástica!, lo sientes y lo disfrutas cuando lo comes, y las pompas de jabón, solo te ilusionan y se van. Las pompas son algo bonito que te envuelven pero no está. Ellas tan solo son fantasía-.

-Mami, ¡pero si yo hago pompas de jabón, ellas son reales!-
-Sí, mi amor; y cuando desaparecen son fantasía, nada queda de ellas. ¿Viste que te quedó cuando llevabas una en la mano?- -Ahora vamos a casa-.

3 comentarios:

@Tatiuska_M dijo...

Rompe sueños !!

@Tatiuska_M dijo...

sos una rompe sueños !!

Rosaura dijo...

Asumo que te pusiste en el papel de niña, jugando con las pompas de jabón. lo cierto es que no hay ruptura de sueño. la niña está admirada solamente. jajaja