lunes, 14 de noviembre de 2011

ZUMBA DE LEGUMBRES Y VERDURAS




La señora Mechas, va al mercado de legumbres y verduras; en su carrito de rodachinas coloca tres paquetes: arvejas, habas y frijoles.

En la medida que va llegando al fondo del carro, cada paquete, se escuchan vocecitas y risas lloronas.

De la vaina de las arvejas, sale un suspiro y una vocecita dice:
--¡hermanitos nos van a separar y nos sacarán de ésta casita! -y alguien responde desde la vaina de las habas:

--pero arveja, vamos a estar mejor fuera de la casa, --y ¿porqué? --Porqué vamos a la casa de los niños.

Todos los paquetes de legumbres, viajan muy holgados en la rodachina de Mechas, cuando zaz! de un golpe cae un paquete.

Arvejas, habas y frijoles dicen al unísono:
--¡ayyy! Como pisan de fuerte esas señoritas largas y anaranjadas- uffffff, que pesadas!. Las zanahorias se miran unas a otras y quiebran las frentes, --pobres criaturas -dicen-.

No han terminado de acomodarse las zanahorias cuando cae un zapallo, redondo y grueso. --No puede ser!! -Grita una zanahoria --¡cómo pueden poner algo así sobre nosotras! -Perdón señoras arvejas y habas. --perdón señores fríjoles -dice el zapallo.

Todos quieren desplazarse y dejar el espacio vacio al grandulón zapallo, cuando llega el calabacín, delgado, elegante vestido de amarillo y con un diminuto sombrero,--¡Hola todos! Y todos responden: --¡hola!, que bueno que no pesas tanto -dicen en coros todos. --Es que llegué a esta rodachina paradito y estoy en la esquina de los fríjoles.-cuenta el calabacín. Cae el apio, y todos sienten una ligera brisa: El apio se extiende y comienza a exhalar una deliciosa aroma de verde recién cortado. --¡Ummmmm! -dice los fríjoles-, --¿¡qué bien huele, quien ha llegado!?- preguntan las zanahorias, y el apio envía una caricia con sus hojitas a los vecinos.

Terminadas las compras, Mechas, camina en dirección a su casa.

--Terrible viaje con este zapallo encima, -dice una arveja, y todas responden enojadas, ¡que injusta que los grandes pisen a los más pequeños! Y fueron de protesta en protesta, de grito en grito, --¡córranse!, ¡no empujen!, -hasta llegar a casa.

Mechas toma paquete por paquete y los coloca sobre la mesita auxiliar de la cocina.
Legumbres y verduras, se estiran, se recogen, bostezan, se sacuden, se revisan unos con otras las magulladuras y finalmente se quedan en reposo. Luego la señora Mechas, las prepara: saca arvejas, fríjoles y habas de sus vainas; ellas miran asombradas al zapallo, a quien le hace varios cortes, por supuesto el zapallo llora, se ve la humedad en todos los cortes. Las zanahorias se dejan rodar, no quieren saber que va a pasar con ellas; pero en fin el poder de Mechas les gana y comienza haciéndoles cortes más pequeños y regulares. Pero las valientes zanahorias se levantan altivas y la primera dice: --¡no lloraremos amigas, estamos también indignadas!; -se ponen rígidas, erguidas y en la resistencia se posicionan en bastones enérgicos.

El apio, no puede creer todo lo que pasa. --¿Porque tanto sacrificios? -Piensa para sí-, cual entonces será mi suerte? Mechas, lo toma, lo lava en una agua ligeramente tibia, lo coloca sobre una base y comienza el ritual de separar de los tallos sus hojitas, no suficiente con el ligero dolor que ocasiona cada pellizco, Mechas se dispone a descamisarlo y va sacando hebrita por hebrita…

De repente todos se encuentran nadando dentro de un recipiente grande acompañados de cebolla, cilantro, sal y ajo. --¿Que mal huele el señor ajo! -dicen las delicadas arvejas.

--¡Ahhh, qué rica calor!, -repican las zanahorias-, parece que estamos en un sauna -y le responde el zapallo-, ¡nooo!, esto no es un sauna, es una piscina romana. --¡Nooo!, -dicen los tallos del apio-, estamos remando.
¡Nooo!, -dice la zanahoria-, estamos viajando.

El tiempo pasa y se entremezclan sus sabores, cuando llega un sujeto extraño, y acapara una porción. --¿A donde van amigas?, no sabemos, glu, glu, glu…glu…

--Y el zapallo? ¿¡dónde está el zapallo!? -Gritan: arvejas, fríjoles y habas. Las zanahorias repican, --¡se ahogó, se ahogó, se ahogóó el señor zapallo! y con lo fuerte que era.

Rosaura Mestizo Mayorga

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